lunes, 1 de marzo de 2010

La fragilidad del amor



Zygmunt Bauman quien se ha dedicado en tiempos recientes al análisis de la posmodernidad o modernidad líquida (como él ha gustado de nombrarla), nos presenta en esta ocasión un libro titulado Amor líquido en donde atisba el vínculo entre el amor posmoderno y el consumo. Amor que ha fragilizado sus lazos en el miedo a establecer relaciones duraderas.
Bauman plantea distintas tesis que han llamado mi atención en la lectura del capítulo: Enamorarse o desenamorarse y que en esta ocasión pongo a su disposición para ser debatidas, pues habría que hacer énfasis en la frase que ha distinguido a la posmodernidad: “todo vale, todo está permitido” (recordando el análisis que hace Lipovetsky en La era del vacío). Así bien, nuestro analista de lo posmoderno establece que: primero: las relaciones posmodernas se han convertido o al menos corren el riesgo de convertirse en relaciones de bolsillo, literalmente relaciones que son guardadas para poder utilizarlas cuando se requieran: “lo instantáneo y lo descartable”. Cito un párrafo que Bauman retoma de Catherine Jarvie: “Las miradas se encuentran a través de una habitación atestada; se enciende la chispa de la atracción. Conversan, bailan, se ríen, comparten un trago o una broma y, antes de darse cuenta, uno de los dos dice: ¿Tu casa o la mía? Ninguno de los dos está en busca de una relación seria.”[1]
Si bien, la posmodernidad se ha caracterizado por esa pérdida de los metarelatos en los cuales ya no nos reconocemos y han generado que nuestra preocupación inmediata sea el instante, un instante totalmente adverso a lo que proponía Georges Bataille en su filosofía, es decir, aquel momento donde podemos conjugar nuestros más altos grados de ontologicidad, esto es, aquellos pequeños momentos donde realmente somos, tan efímeros pero tan totales al mismo tiempo. No obstante, la instantaneidad referida a las relaciones de bolsillo plantea la problemática en torno a los encuentros casuales y fugaces, donde fuera de darnos totalmente en nuestro ser, se asemejan más a una inversión de consumo. De ahí la segunda tesis que expone Bauman: El amor posmoderno se encuentra mayormente ligado al deseo de literalmente consumir al otro y “tirarlo a la basura” cuando se haya declinado la atracción. Bauman establece una analogía con los centros comerciales donde cada producto se encuentra estratégicamente colocado para ser comprado a velocidad, olvidando que el deseo es algo que debe madurarse y construirse en una relación de amor. Y por último, la tercera tesis: el amor como una inversión de dinero, tiempo, esfuerzo en pos de la seguridad.
Si bien es cierto que, en la actualidad, este tipo de encuentros no dejan de acaecer, también es certero que todavía persiste una idea muy distinta del amor, que recordando la tesis de Platón, surge por la vacuidad del ser humano; condición humana de reunión con otro en pos de fusionarse. Considero que si algo puede ser nombrado como amor es justamente este encuentro entre dos seres que surge para re-conocerse uno a otro. Es por tal, que en cada encuentro donde surge este vínculo, el yo se aprehende de distintas maneras. Me refiero a que toda experiencia de amor tiene la posibilidad de hacernos encontrar con esos “yoes” interiores que hasta ese momento desconocíamos de nosotros mismos; cada experiencia del amor suele ser distinta: “única, irrepetible e impostergable”, únicamente en este sentido, el autor puede asemejarla con la experiencia de la muerte.
En última instancia quisiera terminar con una idea que me parece importante en la construcción del amor y que Bauman nombra los cuatro jinetes del apocalipsis: la posesión, el poder, la fusión y el desencanto, con los que el amor ha tenido que luchar y tendrá que luchar en pos de su autoconstrucción si no quiere perecer. Estos cuatro “enemigos” del amor se presentan cuando eso que nos reúne con el ser amado deriva en impulso antropofágico. Me pregunto hasta qué punto podremos sortear la idea de posesión en pos del amor libre y aventurarnos a una experiencia inigualable de libertad, donde Bauman nos recuerda: “Amar significa abrirle la puerta a ese destino, a la más sublime de las condiciones humanas en las que el miedo se funde con el gozo en una alienación indisoluble, cuyos elementos ya no pueden separase"[2]
2 Zygmunt Bauman. Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. p. 26
3 Ibid. p. 23.

1 comentario:

  1. El amor...algo siempre tan difícil de encontrar, búsqueda exhaustiva terminada en la más grande satisfacción de saber amar y saberte amado, búsqueda que ahora parece ser obsoleta ante lo deslumbrante que parece ser la búsqueda del dinero, de la superficialidad; si no se busca ya un compromiso con alguien es porque también nos hemos vuelto egoístas, nos cuesta trabajo compartir...
    Buscamos la compañía momentánea porque mantener una relación, cuidarla, requiere de saber entregarnos, de confianza, de respeto y muchos valores que hemos ido perdiendo...
    Pero aunque intentemos poner una barrera, creer que hay cosas que pueden llenarte más que el amor de alguien, mi opinión es que el amor existe pese a lo que digan muchos y es la única real salida a un cambio interior y como sociedad...

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